Maria, la madre de Jesús, era una mujer bienaventurada dispuesta a obedecer y acatar la voluntad de Dios. Una mujer que creyó a lo dicho por el ángel que ella concebiría un hijo por medio del Espíritu Santo, y sin temor fue un instrumento humano para un plan divino. De lo poco que sabemos de ella podemos destacar algunas cualidades. Era una mujer de Corazón humilde, prudente, sabia, una mujer de fe, de adoración y obediente a Dios.
Elegida para la mayor y más grande dicha; ser la madre de Jesús, pero también para sufrir el más grande dolor; verlo morir. Lucas 2:35 dice que una espada traspasaría su alma, refiriéndose al dolor que ella habría de sufrir al ver a su hijo siendo crucificado y morir de esa cruel manera. Y también tuvo la dicha de saber que resucito al tercer día como ya estaba escrito. Hoy compartimos esa misma alegría, pues el Cristo crucificado resucitó para darnos Vida.
Te invito que juntos demos gracias a Dios por esa maravillosa resurrección.
Y porque Él vive, nosotros también vivimos.
¡Cristo Vive!
-Clara Alvarado
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